En Palma de la Cruz, el timbre de inicio de clases no sonó. En su lugar, padres y madres de familia de la Telesecundaria “Juan Sarabia” cerraron las puertas del plantel y colocaron cartulinas exigiendo algo tan básico como urgente: que las autoridades atiendan el foco de contaminación que desde hace meses emana de un antiguo tanque de agua pegado a la escuela.
Ese depósito, que en otros tiempos abastecía a la comunidad y al ganado, quedó en desuso tras la llegada del agua potable. Hoy es lo contrario a lo que fue: un estanque abandonado donde, por fallas en la red sanitaria, las aguas residuales han terminado acumulándose. El resultado es un olor penetrante, constante, que entra a los salones y provoca —dicen los padres— malestares en los estudiantes.
Un problema que se agrava desde julio
La madre de familia Lidia Lorena Rocha recuerda el momento en que todo se volvió insoportable. Fue en julio cuando los directivos enviaron los primeros oficios a la Secretaría de Educación del Gobierno del Estado (SEGE). Desde entonces, describió, se han mandado alrededor de cuatro solicitudes formales.
A la fecha, ninguna ha recibido respuesta.
“También se pidió apoyo al municipio, pero no nos han hecho caso”, denunció.
Malos olores, drenaje colapsado y efectos en la salud
De acuerdo con los padres, el drenaje de la zona está colapsado, y toda esa agua contaminada termina en el estanque. “El olor es exagerado y los niños ya tienen malestares”, relataron.
Aseguran que estudiantes han presentado infecciones estomacales, dolores de cabeza y náuseas, síntomas que atribuyen a la exposición constante a los gases y al ambiente insalubre.
En el depósito, el agua negra forma una capa verdosa y amarillenta en la superficie. Para los padres, es una amenaza abierta frente a la cual ninguna autoridad —ni estatal ni municipal— ha actuado.
Advertencia: cierre de carretera si no llega la solución
Cansados del silencio y la falta de intervención, los padres tomaron el plantel como medida de presión. Y advierten que, si después de cinco meses sigue la misma indiferencia, endurecerán las acciones.
Entre las posibilidades, mencionan el cierre de la carretera 57, a la altura de la gasolinera conocida como “del avión”.
En Palma de la Cruz, el problema ya no es solo un olor insoportable: es la sensación de que la salud de sus hijos quedó relegada por una burocracia que no responde. Y esta vez, dicen, no están dispuestos a esperar más.






