El Gobierno de México dio el primer paso formal para replantear la duración de la jornada laboral en el país. La Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) presentó la propuesta oficial para una reducción escalonada que comenzará en 2026 y concluirá en 2030, año en el que, finalmente, la semana laboral quedará establecida en 40 horas.
El planteamiento establece que el primer recorte —de dos horas— ocurrirá en 2027 y que cada año se aplicará un nuevo ajuste hasta completar la transición de manera paulatina. La decisión pretende evitar impactos súbitos en la operación de empresas y en el mercado laboral.
Para Daniel Escobedo Uribe, presidente de la Asociación de Ejecutivos de la Gestión del Talento Humano (Aderiac), el anuncio representa una señal de orden y certidumbre. Consideró “acertado” que el cambio se realice por etapas, pues permitirá a las organizaciones planear presupuestos, modificar turnos y diseñar modelos operativos con suficiente anticipación.
Sin embargo, el especialista subrayó que aún falta claridad respecto a cómo quedarán definidas las jornadas diurna, nocturna y mixta. La propuesta federal no establece horarios específicos, un vacío que —en su opinión— abre espacio para que cada empresa adapte sus turnos según sus condiciones productivas, especialmente en industrias que operan de manera continua o bajo esquemas 24/7.
Escobedo Uribe adelantó que la transición obligará a diseñar turnos diferenciados en sectores intensivos, aunque destacó que el planteamiento del Gobierno contempla hasta 12 horas extra por semana, una medida que podría ayudar a cubrir operaciones sin sacrificar productividad.
El dirigente también señaló que estas horas extraordinarias representarían un ingreso adicional para los trabajadores, mientras que para las empresas el reto será estructurar estrategias que garanticen una migración ordenada hacia jornadas más cortas, sin afectar tiempos de entrega ni estándares de servicio.
La propuesta será discutida en los próximos meses; sin embargo, el sector empresarial ya anticipa que el impacto será profundo y que la clave estará en preparar desde ahora la reconfiguración laboral que transformará el ritmo de trabajo en México durante el próximo lustro.






