viernes, diciembre 12, 2025
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Entre el Nobel y el riesgo: la fuga, reaparición y desafío político de María Corina Machado

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Durante meses, María Corina Machado vivió bajo tierra. No podía aparecer en público, no podía abrazar a sus hijos y no podía desplazarse con libertad. Era —según el gobierno de Nicolás Maduro— una mujer “inhabilitada”, vigilada y acusada de conspiración, incitación al odio y terrorismo.

Aun así, logró lo que parecía imposible: escapar de Venezuela, llegar a Noruega y reaparecer para recibir, en persona, el Premio Nobel de la Paz que la reconoce como la figura opositora más emblemática del continente.

Su irrupción en Oslo, tras un operativo silencioso y extremadamente riesgoso, marcó el final de un recorrido clandestino del que ella misma solo reveló una frase a la BBC:

“Sé exactamente los riesgos que estoy asumiendo.”

La madrugada en que volvió a existir públicamente

Machado apareció en el balcón del Grand Hotel de Oslo pasadas las primeras horas de la madrugada. Saludó con lágrimas, lanzó besos y se abrió paso entre los gritos de “¡María! ¡María!” que retumbaban en la plaza.

Después bajó, trepó una valla de seguridad y abrazó a quienes consideraba su fuerza política más profunda: los venezolanos del exilio.

Era la primera vez que se le veía desde enero.

Horas antes, su hija Ana Corina Sosa había recibido el Nobel en su nombre, lamentando que su madre —la mujer que encabezó la mayor movilización opositora de los últimos años— no pudiera estar presente.

Pero llegó. Y llegó clandestina.

La operación encubierta que la sacó de Venezuela

Aunque Machado se negó a detallar el escape, versiones publicadas por The Wall Street Journal y confirmadas por fuentes cercanas describen una salida propia de novela política latinoamericana:

  • salió disfrazada,
  • atravesó hasta 10 puestos militares sin ser detectada,
  • zarpó en una pequeña embarcación de madera desde un pueblo pesquero,
  • contó con el apoyo de una red venezolana de protección,
  • y habría recibido algún tipo de asistencia de Estados Unidos.

Para el Comité Noruego del Nobel, el traslado fue una “situación de extremo peligro”.

Para Machado, fue simplemente la única opción:

“Estoy aquí porque muchos hombres y mujeres arriesgaron sus vidas para que yo llegara a Oslo.”

El costo personal: 16 meses sin tocar a nadie

En la entrevista con la BBC, Machado reveló una dimensión íntima que rara vez muestra.

No había abrazado a sus hijos en dos años. No estuvo en sus graduaciones ni en las bodas de dos de ellos. No tocaba a nadie desde hacía 16 meses.

“De repente, en cuestión de horas, he podido ver a las personas que más amo”, dijo con varios rosarios colgando del cuello, obsequios que la gente le entregó al verla.

El trasfondo político: una líder que Maduro intenta borrar

Machado lleva años denunciando que el gobierno de Maduro no funciona como una dictadura clásica, sino como una “estructura criminal” vinculada al narcotráfico y a redes de trata.

Maduro lo niega, pero la acusación se convirtió en una bandera de su campaña internacional.

Pese a su inhabilitación, ella continuó impulsando al candidato que la sustituyó, Edmundo González, en una elección que gran parte del mundo calificó como no libre ni justa.

El gobierno venezolano insistió en que, si Machado salía del país, sería considerada prófuga.

Y aun así viajó.

¿Apoyaría una intervención militar?

Cuando la BBC le preguntó si respaldaría un ataque estadounidense en territorio venezolano —algo especialmente sensible luego de que Washington incautara un buque petrolero cerca de las costas venezolanas— Machado esquivó una respuesta directa, pero reiteró que el régimen “entregó la soberanía a organizaciones criminales”.

“Maduro declaró la guerra al pueblo venezolano”, afirmó.

Para el Comité del Nobel, la responsabilidad de evitar una escalada violenta recae por completo en el gobierno de Maduro.

El futuro: ¿volver o permanecer en el exilio?

Sobre la posibilidad de volver a Venezuela, Machado fue tajante:

“Por supuesto que voy a regresar. Sé exactamente los riesgos que estoy asumiendo.”

Dijo que estará donde sea “más útil para la causa”, y que por ahora ese lugar es Oslo.

Mientras tanto, su llegada al Nobel —en medio de una fuga semiclandestina— se convierte en un símbolo del momento político venezolano: una oposición que renace fuera del país y un gobierno que exhibe cada vez más dificultades para contener una narrativa internacional adversa.

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