En 1996, John F. Kennedy Jr. y Carolyn Bessette-Kennedy se casaron en una ceremonia secreta en la isla Cumberland, Georgia. La boda, marcada por su sencillez y elegancia, redefinió el concepto de un matrimonio discreto y privado, con un vestido lencero que dejó huella en el mundo de la moda nupcial.
A pesar de ser una de las parejas más conocidas y seguidas del mundo, John F. Kennedy Jr. y Carolyn Bessette-Kennedy lograron mantener su boda en secreto. En 1996, se casaron en una iglesia de una sola habitación en la isla Cumberland de Georgia, un lugar apartado, rodeado de familiares y amigos cercanos. La ceremonia, que combinaba un ambiente relajado con momentos espontáneos, se convirtió rápidamente en legendaria, y la elección de Bessette-Kennedy de un vestido lencero de Narciso Rodríguez redefinió el estilo nupcial en su época.
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El matrimonio de la pareja fue fotografiado por Carole Radziwill, exreportera y amiga cercana de los Kennedy, quien fue testigo del evento de manera íntima. Su difunto esposo, Anthony Radziwill, primo y padrino de JFK Jr., fue parte fundamental de ese día, y las fotos tomadas con una cámara Instamatic forman parte de un álbum personal que Radziwill creó para la pareja.
La simplicidad del evento fue lo que más sorprendió a los presentes, quienes fueron invitados sin saber lo que realmente estaban celebrando. “La boda fue casi como una fuga con 30 amigos cercanos”, recordó Carole Radziwill. “Fue tan natural, tan improvisado, y había algo increíblemente hermoso en eso. Carolyn estaba decidida a casarse en privado y lo logró”. A pesar de la cercanía de los invitados, el evento se mantuvo en secreto hasta el último momento, una estrategia pensada para evitar que la prensa se enterara.
Las fotos de Radziwill capturan momentos espontáneos de la pareja interactuando con los invitados, como en la cena de ensayo, o JFK Jr. conversando con Ted Kennedy afuera de la capilla. Una de las imágenes más emotivas es la de los recién casados cortando un pastel de tres pisos, con Carolyn Bessette-Kennedy usando la chaqueta del traje de su esposo mientras bailan juntos.
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Aunque las fotos no incluyen el momento de la llegada de la novia, Radziwill recuerda vívidamente la imagen de Bessette-Kennedy entrando en la capilla: “El lugar estaba iluminado por velas y era tan improvisado. Recuerdo claramente las puertas abriéndose y ella entrando. Se veía absolutamente hermosa. Fue un momento cinematográfico, algo que Scorsese no podría haber hecho mejor”.
Este matrimonio no solo dejó una huella en la historia por su discreción, sino también por la elegancia de su informalidad. La boda fue una mezcla perfecta de sencillez y sofisticación, una declaración de amor privado que capturó el corazón de quienes fueron testigos de ese día. Para Radziwill, este evento fue la culminación de una relación de amistad que creció junto al trabajo que había hecho con los Kennedy. “Ellos eran humanos sencillos y auténticos. Su amor se reflejó en la simplicidad de ese momento”, concluyó.