El Parlamento Europeo debate desde 2020 imponer medidas reguladoras a esta industria desarrollada en Asia debido a supuestos daños al medio ambiente y maltrato a los derechos laborales
El más grande reto que podría enfrentar el fast fashion se avecina. Al mismo tiempo que registra el mayor crecimiento global que ha experimentado, comienzan los debates sobre la pertinencia de imponerle medidas tributarias, o incluso, penalizarlo.
La moda rápida o fast fashion es la ropa que se confecciona y vende a bajo precio para que se compren prendas nuevas con frecuencia, según la definición de la Universidad de Cambridge. Esta estrategia ha logrado consolidar una industria global valorada en más de 122 mil 257 millones de dólares en 2021 y se prevé que alcance los 283 mil 457 millones de dólares en 2030, de acuerdo con el último informe de la plataforma de datos Gitnux.
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— Greenpeace España (@greenpeace_esp) November 17, 2023
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El ejemplo de la 'fast fashion' es demoledor: pobreza, desigualdad, contaminación…
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En ese contexto, Francia es la primera nación que da pasos para ponerle freno al fast fashion. A finales de marzo la Asamblea Nacional aprobó un proyecto de ley para imponer sanciones que consisten en un aumento de 10 euros por prenda, impuesto que se aplicará de manera gradual hasta 2030, la reducción de su publicidad, la exigencia de información de su fabricación y detalles del impacto que causa en el medio ambiente.
Esta estrategia implementada por la capital de la moda es un tema que ha discutido el Parlamento Europeo desde 2020, con el mismo planteamiento del país galo de que el fast fashion debe detenerse debido a que causa daños severos al medio ambiente y su fabricación es a costa de la esclavitud de grupos vulnerables como los menores de edad.
En contraste con dicho argumento, el profesor de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Sergio E. Martínez, señala que existe otra lectura sobre las medidas que se quieren imponer a la moda rápida. Según el análisis del académico, varias naciones ven afectadas sus finanzas y sus industrias están siendo desplazadas por los mercados asiáticos, y por ello buscan imponer impuestos, pero con una máscara de actuar en defensa de la naturaleza y los derechos humanos.
“El argumento que manejan es hipocresía. Dentro de la lógica social, la moda da una posición, un estatus y al final del día, Francia, Italia o España son empresas que no producen sus mercancías, sino que se fabrican en India, Singapur o Vietnam. Los efectos de la contaminación no derivan del fast fashion, que sí hacen más grave la situación, siempre ha estado esa alerta de las graves afectaciones de la industria textil”, señala Martínez en entrevista para Reporte Índigo.
Cabe destacar que la tasa de crecimiento del mercado de moda rápida para 2026 es del 7.7 por ciento y representa más de 133 mil millones de dólares, según han apuntado especialistas de Gitnux.
¿Negocio o desvirtuación del arte y la identidad?
El fast fashion gana terreno en el mundo a pasos agigantados por la creciente oferta y demanda que sacia su sed con las ventas en internet, lo que desvirtualiza el objetivo de la moda, la cual también es un arte y da una identidad que se deja de lado por considerarse solo como negocio y un asunto de inmediatez, advierte Johanna Blanco, académica de la Facultad de Arte y Diseño de la UNAM, y organizadora de pasarelas.
“Afecta al medio ambiente y a la cultura, la esencia de la moda hereda un estilo, un concepto, pues la vestimenta ha dado una identidad por décadas, pero se empieza a desvanecer con el fast fashion. Nos está llevando a un desgaste en el ecosistema de la moda, es como si le quisieran dar click al clóset, lo que acelera la ansiedad de las personas con un método de compra que parece no tener fin”, lamenta Blanco.
Y es que en los últimos años se pasó de tener solo dos tendencias de moda a lanzar más de 50 temporadas con el fast fashion y las ventas de ropa se multiplicaron hasta llegar a 200 mil millones de unidades al año. Además, el promedio de veces que se usan las prendas de vestir se redujo a 36 por ciento, de acuerdo con Gitnux.
Aloooo 🙂
— Shakti (@querida_shak) May 24, 2021
Aquí les dejo una infografía de todos los datos básicos de cómo el fast fashion afecta al medio ambiente y cómo nosotros como consumidores podemos "amortiguar" un poquito el golpe 🙂 pic.twitter.com/sVHAN0Fbio
La industria que desnuda al medio ambiente
La organización Greenpeace, en su informe Fast fashion: de tu armario al vertedero, destaca que la industria textil ocupa alrededor de 98 millones de toneladas al año de recursos no renovables y aproximadamente 93 mil millones de metros cúbicos de agua para producir ropa en el mismo plazo.
Al respecto, Blanco señala que “este atentado” contra la naturaleza estigmatiza a la moda, pues la hace ver como una industria negativa y no siempre es así, pues en más de 30 años que lleva dentro del mundo de la ropa le consta que se ha buscado usar materiales reciclados, pero resaltó que la última palabra la dan los consumidores quienes deben buscar prendas amigables con el medio ambiente y no desechables.
Por otro lado, Sergio E. Martínez, académico de la UNAM, también enfatiza que los costos al medio ambiente, además de afectar a la economía, se están convirtiendo en un problema irreversible, pues las iniciativas que se quieren aplicar en Europa no son suficientes.
“Las medidas que se quieren tomar en Europa son paliativas ante un cáncer, y realmente no creo que las sanciones europeas logren frenarlo, por el contrario, seguirá creciendo junto con la demanda y con ello el más consumo de recursos naturales”, concluye Martínez.