La huella dejada por el Imperio Romano en la cultura occidental es más significativa de lo que solemos reconocer; los apellidos ofrecen un primer indicio de esta influencia.
En la compleja variedad de apellidos, se esconden rastros del antiguo Imperio Romano, detrás de los cuales existe una historia ancestral que se remonta a épocas milenarias. Esta influencia lleva consigo un legado que nos conecta directamente con esta mítica civilización y sus habitantes.
¿Qué apellidos indican que tus ancestros son del antiguo Imperio Romano?
Muchos de los apellidos que tenemos , ya sea por herencia o por matrimonio, tienen sus raíces en la época de la Roma antigua.
Entre los más comunes, como García, Expósito, Romano y Costa, se esconde la influencia romana que se transmitió a lo largo de generaciones. Se trasladaron a nuevas ubicaciones con la expansión del Imperio, evolucionaron hasta el presente y los recordamos constantemente por nuestra conexión con el pasado.
La terminación “ez” presente en apellidos como Fernández, López, Sánchez, Martínez, Pérez y Gómez denota una connotación patronímica, indicando “hijo de” en la antigua Roma. Este vínculo lingüístico y genealógico nos transporta directamente a la época en la que esta civilización dominaba vastos territorios y dejaba su marca en las culturas locales.
Además de los apellidos más usuales, existen otros menos frecuentes pero igualmente arraigados en la historia romana, como Acosta, Romero, Rossi y Greco. Estos revelan un linaje que se remonta a antiguas familias asentadas en la Península Ibérica.
¿Cómo eran los nombres de los romanos?
Según el sitio español Latin y Roma , los romanos adoptaban un sistema de nomenclatura conocido como la “Tría Nómina”, durante la República, que abarcaba desde el 509 al 27 a. e. c. Este método consistía en tres nombres distintos:
- El “praenomen”, equivalente a nuestro nombre o nombre de pila, distinguía a un individuo dentro de su familia.
- Luego estaba el “nomen”, que funcionaba como el apellido familiar, indicando la pertenencia a la “gens”.
- Finalmente, el “cognomen” completaba el conjunto, haciendo referencia a alguna característica física o psicológica del portador, o incluso de sus antepasados, y con el tiempo se volvió hereditario por vía paterna.
Los romanos solían tener tres nombres.
Esta práctica nos muestra una estructura de nomenclatura compleja y significativa dentro de la sociedad romana, donde cada nobre llevaba consigo una carga de identidad y genealogía.