Ricardo Salinas Pliego subió un peldaño más en su coqueteo con la política. En la celebración de sus 70 años, organizada por su esposa María Laura Medina en Malinalco, el magnate lanzó mensajes cada vez más explícitos y, entre vítores de “¡Presidente!”, soltó una descalificación contra la izquierda. El empresario prepara ahora un festejo masivo en la Arena Ciudad de México —con Carlos Rivera, Cumbia Machine y Myst— que medirá su poder de convocatoria.
El dueño de Grupo Salinas, con una fortuna estimada en 5.000 millones de dólares, aseguró que “es momento de retomar la cosa pública” tras “40 años de hacer negocios”. En septiembre presentó el Movimiento Anticorrupción y Anticrimen (MAAC), con guiños al trumpismo y un decálogo para pasar de “la dictadura a la democracia”, mientras mantiene una ofensiva en X contra la izquierda, el feminismo y las políticas sociales.
El impulso público llega en medio de frentes legales y fiscales. El Servicio de Administración Tributaria (SAT) le reclama 74 millones de pesos por impuestos; la presidenta Claudia Sheinbaum ha rechazado “mesas de negociación” y ha reiterado que “las deudas no se politizan, se pagan”. En paralelo, un grupo de acreedores en EE UU exige unos 580 millones de dólares por una emisión de bonos de 2017. Tras intentos del grupo por litigar en México, un juez ordenó el 22 de septiembre que las empresas de Salinas desistan de esa vía al haberse pactado jurisdicción en Nueva York. Una semana antes, otro proceso le obligó a garantizar 25 millones de dólares por una disputa ligada a pasivos fiscales que AT&T le atribuye tras la compra de Iusacell en 2015.
Entre ofrecimientos públicos para “dialogar” sobre sus adeudos y ataques a sus críticos, Salinas Pliego acelera su exposición política mientras libra batallas en tribunales y ante el fisco.






