Discreto en extremo, el hermano del ‘Mencho’ coordinaba el abastecimiento de cocaína, fentanilo y precursores químicos, así como las rutas de trasiego hacia EU, desde donde ahora buscan su extradición, revelan fuentes de alto nivel de la DEA.
En la estructura del cártel Jalisco Nueva Generación, Nemesio Oseguera Cervantes El Mencho es la cabeza, pero su hermano Abraham, Don Rodo, es el cerebro.
Uno sin el otro convierte a un vigoroso cuerpo criminal en un organismo con vulnerabilidades y pulso débil.
Así se observa desde las oficinas de la agencia antidrogas estadunidense, DEA, en el estado de Virginia, el arresto del hermano más cercano al jefe del cártel de mayor expansión en México: como la caída de un alto mando con enigmáticas, aunque vitales funciones para la empresa criminal, entre ellas el abastecimiento de drogas a los clientes más importantes en el extranjero y la contratación de servicios de transporte marítimo y terrestre.
“Pongámoslo, para que se entienda mejor, en términos empresariales: si El Mencho es el CEO [Chief Executive Officer o director general] del cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), su hermano es el CIO o Chief Information Officer, el jefe que maneja toda la información sensible. Todas las rutas del fentanilo estaban bajo su supervisión. No había envío grande que se hiciera sin su conocimiento”, asegura una fuente de alto nivel que responde a la duda más recurrente tras la detención de este domingo por la madrugada en Autlán de Navarro, Jalisco: ¿cuál era el verdadero rol de Don Rodo dentro del cártel?
De acuerdo con este agente antidrogas que ha participado en operativos contra el CJNG en Estados Unidos, Don Rodo estaba a cargo de la logística para que el fentanilo elaborado con precursores químicos provenientes de China, Hong Kong, Singapur e India llegara hacia Estados Unidos por la ruta del Pacífico en camiones con doble fondo, tráileres con compartimentos secretos y hasta submarinos que desde Sudamérica transitan hasta ciudades como La Paz, Baja California, y Guaymas, Sonora.
En 2017, recuerda la fuente, el ex gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval –asesinado en 2020 por integrantes del CJNG– fundó el Grupo Anfibio para hacer frente a los submarinos del crimen organizado en el Lago de Chapala, donde el cártel navegaba para extraer droga de Jalisco hacia Michoacán y luego al Océano Pacífico a través del puerto de Lázaro Cárdenas.
Justo en el 2020, el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos reportó un incremento preocupante de embarcaciones sumergibles y semisumergibles utilizadas por narcotraficantes que ingresaban a su territorio. Ambas acciones, en aguas nacionales e internacionales, estaban directamente influidas por el poder de Don Rodo y sus submarinos.
De acuerdo con información publicada hace un par de meses por MILENIO, la Guardia Costera estadunidense incrementó el decomiso de drogas en el Pacífico, al pasar de incautaciones de 7.1 y 5.6 toneladas de cocaína en 2021 y 2022, respectivamente, a 17.2 en 2023.
La información de la reportera Laura Sánchez Ley señalaba que en los últimos cuatro años se han realizado una veintena de acciones exitosas contra los cárteles de Jalisco y Sinaloa.
Controlaba el narcomayoreo
Las acciones de Don Rodo también se manifestaron en los envíos por tierra: a él se le atribuye una gran flota de camiones –semirremolque, remolque y articulados– que viajan por la costa occidental mexicana hasta California y Arizona, con decenas de kilos de fentanilo que después reparten pandillas de motociclistas. Al segundo al mando del cártel Jalisco Nueva Generación no le importa tanto el negocio del narcomenudeo en Estados Unidos, sino el narcomayoreo, especialmente el que se pesa en toneladas.
Su alias, asegura la fuente, podría estar relacionado con esa supervisión obsesiva del transporte terrestre: Don Rodo sería la castellanización de Don Road o El Señor del Camino, un sobrenombre que comenzó en la década de los ochenta, cuando él y su hermano Nemesio emigraron de su natal Aguililla, Michoacán, para asentarse en San Francisco, California, y expandir el negocio familiar de venta de mariguana y heroína.
Desde entonces hay registro de la estrecha relación entre ambos. No sólo son hermanos, sino socios inseparables. A tal grado que ambos compartieron barandilla en 1992, cuando fueron detenidos tras ofrecer droga a un agente encubierto en un bar californiano. La transacción de cuatro onzas de heroína por casi 10 mil dólares se transformó en la posibilidad de una larga estancia en prisión para los hijos de Miguel Oseguera y Jacoba Cervantes.
Pero El Mencho salvó a su hermano. Se declaró culpable y fue recluido tres años en el Centro Correccional Big Spring; a cambio, Abraham soslayó una eventual cadena perpetua y fue repatriado a México, donde comenzó a trazar un plan para aplicar lo aprendido en los caminos de la Unión Americana y volver a traficar con mayor fuerza y mayores recursos, entre ellos, los camiones y tráileres en los que sus socios llevaban las drogas que les vendían hasta estados lejanos como Nueva York e Illinois.
“Es un hombre que conoce bien las rutas. Su fortaleza son los caminos, las carreteras; lo mismo que su hermano [Mencho]: si ha logrado evitar su captura es porque conoce brechas y laberintos. Conocen el terreno que pisan como pocas personas”.
Abraham Oseguera Cervantes llevaba hasta la madrugada del 21 de abril un control estricto de cada envío: datos del vehículo o embarcación, ruta, posibles paradas, hora de carga y de descarga, valor callejero de la mercancía, contactos en Estados Unidos para hacer entregas controladas y –entre lo más importante– los datos de los conductores o tripulación marítima, incluidos los de su familia, por si había que cobrarles una operación fallida. No le gusta la sangre, pero tampoco le asusta.
“Es un tipo violento como cualquiera que participe en un cártel de las drogas, pero no se le conocen comandos a su nombre, células de sicarios ni masacres o pugnas. Su nombre no aparece en cartulinas o mantas junto a cuerpos destazados. Yo creo que, por eso, es que tomó tanto tiempo su detención, a pesar de su relevancia. Ni siquiera había una certeza de cómo lucía en la actualidad porque se cuidaba de cámaras indiscretas.
“En ese sentido se parece más al peso y estilo que alguna vez tuvo El Mayo Zambada: negociador duro y de cabeza fría. El Chapo era la figura pública, pero Ismael estaba detrás de los tratos importantes. Algo similar, pero en versión Jalisco: Don Rodo deja que los demás hagan otro trabajo y él se enfoca en lo operativo. O se enfocaba, mejor dicho”, explica el agente antidrogas.