La semana pasada Morgan Stanley, una entidad financiera estadounidense, redujo la calificación de México para sus inversionistas. Es decir, recomendó, en la literalidad, reducir el capital que tuvieran en empresas mexicanas. Esto derivado de la reforma al poder judicial, que por el momento tiene en paro indefinido a los juzgados federales y por ende tiene paralizada gran parte de la justicia en el país.
Morgan Stanley, es un ente tipo bancario, privado, que utiliza metodología y estudios propios para realizar sus análisis y determinaciones. No obstante, es el principio de lo que se nos viene si la reforma al poder judicial se consuma de forma intacta.
¿Usted qué pensaría si tuviera un asesor financiero y este le dijera que no realice inversión en un determinado lugar? Lo más probable es que le haría caso, por algo lo están recomendando. Bueno, la calificación de México dada en este reporte fue de “subponderada”, lo cual quiere decir, en palabras simples, poco confiable.
A nivel internacional la economía mexicana funciona casi igual que la economía en pequeño. La reputación de un lugar es básica para recibir flujo de dinero, trátese del giro que sea. México necesita recibir ingresos, en este caso por medio de impuestos, los impuestos vienen de las empresas que ponen su confianza en el país para venir y hacer sus operaciones aquí, lo cual genera empleos que también pagan impuestos, importaciones que igualmente tributan y el ciclo se sigue de forma indefinida, excepto cuando se ve cortado, por el simple hecho de que el inversionista decidió no venir a nuestro territorio.
Por otro lado, en cuestiones de acciones y bolsa, las empresas mexicanas que cotizan ahí deben de mantener cierto interés entre los inversionistas para tener ofertas sobre sus acciones, lo cual genera que mantengan un precio bueno de las mismas y flujos sanos de capital, en cambio, cuando se tienen recomendaciones de que no se invierta en empresas mexicanas, el resultado es que no tienen demanda y bajo la ley de la oferta y la demanda, en la cual, a menor demanda invariablemente el precio caerá, provocan que las empresas decaigan en sus flujos y el círculo funcione pero ahora en sentido negativo.
En concreto, si a los ojos del panorama internacional, México, no tiene un sólido sistema de justicia, que ofrezca garantías de legalidad, no será un buen destino para hacer negocios. Esto es algo trágico para todos los habitantes, porque se estará cortando el desarrollo. No son suposiciones, son hechos que sucederán de acuerdo al actuar de la economía mundial. Si nuestro actual Presidente y la próxima piensan que tenemos un sistema jurídico endeble y no funcional y que con su reforma lo estarán corrigiendo, para el resto del mundo esto no es así y bueno, en perspectiva, nosotros estamos con el resto del mundo, con el que opinamos que esta estupidez de reformar al poder judicial en detrimento del equilibrio de poderes, lo único que ocasionará es que el país se detenga poco a poco y simplemente deje de haber recursos para todo. Suena fatalista, pues sí, lo será, tiempo al tiempo.