La sobrecarga del sistema judicial y el abuso de la prisión preventiva mantienen a miles de personas en prisión sin sentencia, lo que coloca a San Luis Potosí entre los estados con mayores rezagos en justicia penal.
San Luis Potosí enfrenta una crisis penitenciaria alarmante: del total de 3,958 personas privadas de libertad en los centros penitenciarios del estado hasta junio de 2025, 2,854 permanecen procesadas, es decir, encarceladas sin una sentencia que defina su culpabilidad o inocencia. Apenas 852 han sido sentenciadas, lo que representa solo el 28% de la población carcelaria.
Según el Cuaderno Mensual de Información Estadística Penitenciaria Nacional, publicado por la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), esta situación ubica a San Luis Potosí entre los estados con mayores índices de prisión preventiva en el país. La mayoría de los encarcelados (93.6%) están bajo el fuero común, mientras que solo el 6.5% corresponde a delitos federales, con rezagos similares.
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La causa principal de este fenómeno radica en un sistema judicial saturado: los juzgados trabajan al límite de su capacidad, con pocos jueces, defensores y peritos para atender los casos. Aunque las reformas al sistema acusatorio penal han sido impulsadas en teoría, las prácticas burocráticas aún predominan, lo que provoca retrasos en las audiencias y la prolongación innecesaria de la prisión preventiva.
La prisión preventiva se aplica con exceso en San Luis Potosí, siendo utilizada como regla, cuando en realidad debería ser la excepción. La falta de recursos de los procesados, muchos de ellos de escasos recursos, los obliga a depender del sistema de justicia pública, sin la posibilidad de acceder a alternativas como la libertad condicional o el uso de dispositivos electrónicos, lo que agrava aún más la situación.
Este panorama no solo impacta a los procesados, quienes viven meses o incluso años en prisión sin sentencia, sino también a sus familias, que deben soportar una espera angustiante y, en muchos casos, la estigmatización social sin una condena judicial. A esto se suma la falta de programas de reinserción, educación y trabajo para las personas encarceladas, lo que dificulta su eventual reintegración social.
San Luis Potosí no es el único estado con este problema, pero sus cifras lo sitúan en una posición crítica. Sin una agilización de los procesos judiciales y el respeto al principio de presunción de inocencia, miles de personas seguirán encarceladas sin que el Estado haya comprobado su culpabilidad. La justicia tardía no solo es injusta, es un castigo anticipado que vulnera derechos fundamentales.