La acusación del Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, de que el Gobierno indio organizó una campaña para amenazar y matar a sijs en el país norteamericano ha puesto el foco en el alcance potencial de la red de inteligencia de la nación asiática.
Los señalamientos del Premier sorprendieron a muchos en los círculos diplomáticos, quienes explican que los Estados suelen ser reacios a ventilar denuncias de espionaje y asesinatos contra servicios de inteligencia extranjeros.
Los vecinos de India -en especial su archirrival, Pakistán, con el que ha librado múltiples guerras- conocen bien sus operaciones encubiertas, que, según se sabe, han implicado ofensivas aéreas selectivas y asesinatos más allá de sus fronteras.
Pero debido a la forma pública en que Canadá ha expuesto el caso, el resto del mundo ahora puede tener una idea de cómo probablemente operan los diplomáticos, espías, burócratas y oficiales de Policía que trabajan en la inteligencia india, y cómo altos funcionarios del Gobierno pueden dirigir sus actividades.
Las enérgicas declaraciones que hizo Trudeau el lunes intensificaron una disputa diplomática entre ambos países que se venía gestando desde hacía más de un año, por el asesinato en Columbia Británica en 2023 de Hardeep Singh Nijjar, un ciudadano sij canadiense en la nación norteamericana.
Las autoridades canadienses dijeron el lunes que creen que seis diplomáticos de Nueva Delhi formaban parte de una amplia red criminal, extendida por todo el territorio, involucrada en intimidación, acoso y extorsión contra sijs canadienses, así como en homicidios.
Entre otros puntos, aseveraron que el grupo de agentes indios recopilaba inteligencia para amenazar e intimidar a los sijs, ya sea a través de informantes pagados o extorsionando y amenazando a individuos dentro de las comunidades.
Funcionarios canadienses afirmaron que el FBI ayudó en la investigación, pero no dieron públicamente detalles específicos sobre cómo operaba la red, quiénes eran sus controladores, qué crímenes cometían o quiénes habían sido sus víctimas.
Nijjar, que emigró a Canadá en 1997 y se convirtió en ciudadano canadiense en 2015, abogaba por declarar parte de India como un estado sij independiente, conocido como Jalistán.
Un funcionario canadiense dijo que al menos un asesinato más fue considerado parte de los crímenes cometidos por la red criminal vinculada al Gobierno indio: la muerte de Sukhdool Singh Gill, de 39 años, un hombre sij que fue encontrado el 20 de septiembre en una residencia cerca de un templo en Winnipeg, Manitoba.
El funcionario habló bajo condición de anonimato porque no podía hablar públicamente sobre una investigación en curso. No se ha detenido a nadie por el homicidio.
Canadá ha expulsado a seis diplomáticos indios, entre ellos el alto comisionado de India en Canadá, Sanjay Kumar Verma.
Funcionarios del Gobierno indio calificaron ayer de «absurdo» que el Gobierno de Trudeau haya puesto en la mira a Verma después de haber interactuado regularmente con él durante el último año en el marco de su investigación.
Las autoridades de Ottawa han aportado pocas pruebas concretas que respalden sus acusaciones, algo que Nueva Delhi ha negado rotundamente.
El lunes, el Gobierno indio también expulsó a seis diplomáticos canadienses.
Las dos agencias principales de India son el Departamento de Investigación y Análisis, responsable de la inteligencia externa, y la Oficina de Inteligencia, su contraparte mayoritariamente nacional.
El funcionario de mayor rango en el aparato de inteligencia y seguridad nacional es Ajit Doval. Es un veterano del negocio del espionaje y ex oficial de las fuerzas del orden, así como un asesor cercano del Primer Ministro Narendra Modi. Se sabe que ha ejercido una influencia significativa al utilizar la inteligencia para dar forma a la política exterior, según los analistas.
«Bajo el liderazgo de Modi y Doval, las agencias de inteligencia indias recibieron un impulso», señaló Dheeraj Paramesha-Chaya, profesor de inteligencia y seguridad internacional de la Universidad de Hull, en Inglaterra.
«Hubo mayor financiación y libertad para las agencias».
El enfoque histórico del Departamento de Investigación y Análisis ha estado vinculado durante mucho tiempo a las necesidades de seguridad regional de India, principalmente respecto de China y Pakistán. Fue creado a partir de la Oficina de Inteligencia en 1968, tras los conflictos de Nueva Delhi con Beijing durante esa década, cuando las disputas fronterizas estallaron en un conflicto armado.
Con el tiempo, Pakistán se convirtió en el principal foco de atención de la agencia, ya que este país e India aprovecharon las guerras contra las drogas y las tensiones religiosas para sembrar conflictos en sus respectivos territorios.
Pero los agentes del Departamento de Investigación y Análisis están repartidos por las principales Embajadas indias y, a medida que las ambiciones globales del país asiático han crecido, también lo ha hecho su necesidad de un aparato de recopilación de inteligencia más amplio.
Aun así, el experto Paramesha-Chaya dudaba de que la amenaza de los extremistas sijs con base en Canadá fuera lo suficientemente significativa como para que Nueva Delhi llevara a cabo asesinatos selectivos en suelo extranjero.
«No representan una amenaza política para Modi en absoluto el hecho de utilizar los recursos nacionales para seguir eliminando a los sijs (que lideran el movimiento Jalistán en Canadá y Estados Unidos)», afirmó.
«El movimiento no ha crecido hasta convertirse en una amenaza para la seguridad nacional de India».
Aun así, Modi, en su campaña electoral, ha estado amplificando la amenaza potencial que representan los extremistas sijs.
India ha estado cooperando con Estados Unidos en un caso similar del año pasado, cuando el Departamento de Justicia acusó a un ciudadano indio de intentar organizar el asesinato del asesor jurídico de un grupo partidario del Jalistán, que tenía pasaportes estadounidenses y canadienses.
Las autoridades de Nueva Delhi subrayaron que han estado cooperando con la investigación de Washington.
En India, los medios de comunicación y los comentaristas han adoptado una opinión casi uniforme: las acciones de Trudeau contra el país asiático están motivadas exclusivamente por la política interna.
Desde hace tiempo, el Premier ha cortejado a los sijs canadienses, que representan alrededor del 2 por ciento de la población de la nación norteamericana, y se han convertido en una fuerza política creciente de cuyo apoyo depende para mantenerse en el poder.