Gracias a un sueño, donde vio que moriría si se quedaba en los Legionarios de Cristo, la regiomontana Elena Sada pudo abandonar la congregación de Marcial Maciel a la que perteneció casi 20 años, bajo algo que describe como «lavado de cerebro» desde que tenía 18.
Y es justamente otra pesadilla lo que la ha llevado a romper el voto de silencio impuesto en la organización, que apenas en 2019 reconoció 175 casos de abuso sexual infantil cometido por sacerdotes.
Años después de su salida, la antigua encargada de reclutar personas y conseguir donaciones para cumplir la voluntad de Dios se despertó con pánico, tras soñar a su hijo más pequeño como parte del seminario.
Aquello la motivó a escribir su libro «Ave Negra», donde narra su experiencia dentro de la congregación y ahora a dar su testimonio en la serie documental Marcial Maciel: El Lobo de Dios, que se estrena este jueves en HBO Max.
Cada vez que trato de explicar lo que implica el lavado de cerebro, me quedo sin palabras. Para sobrevivir la mente suele voltear la verdad, quitarle la maldad a lo que está pasando para verlo como un camino difícil deseado por Dios».Elena Sada,ex integrante de los Legionarios de Cristo
Y es justamente otra pesadilla lo que la ha llevado a romper el voto de silencio impuesto en la organización, que apenas en 2019 reconoció 175 casos de abuso sexual infantil cometido por sacerdotes.
Años después de su salida, la antigua encargada de reclutar personas y conseguir donaciones para cumplir la voluntad de Dios se despertó con pánico, tras soñar a su hijo más pequeño como parte del seminario.
Aquello la motivó a escribir su libro «Ave Negra», donde narra su experiencia dentro de la congregación y ahora a dar su testimonio en la serie documental Marcial Maciel: El Lobo de Dios, que se estrena este jueves en HBO Max.
«Al salir, traté de comunicar con algunas personas los problemas que yo veía. No había salido la verdad sobre Maciel, no sabía la profundidad de los crímenes, pero yo percibía algo por lo que dejé de confiar en él. Cuando salí, se me advirtió de no hablar, de no contactar a nadie.
«(Tras el sueño) Vi con claridad que si uno se recupera haciendo ruido, son menos los que mueren en silencio. Ha sido un proceso de ir entendiendo la gravedad y convencerme más de la necesidad de hablar, de tener una voz», compartió Sada, en entrevista.
Su testimonio en el serial ilustra la táctica que utilizó Maciel para captar a élites en su organización y así obtener dinero, bienes y devotos.
La familia de Sada había fundado en Monterrey la cervecería Cuauhtémoc, que después se volvió parte de FEMSA, lo que los llevó a ser de interés para la congregación.
Elena rondaba los seis años cuando un miembro de la Legión llegó a su casa, con el pretexto de que se le había ponchado una llanta, y se quedó a conversar por horas.
La mujer recuerda que ella no sentía que su vocación fuera la religión, pero el padre Maciel la convenció de que sí lo era. Luego la aisló de su familia, la incomunicó y la llevó a operar en su nombre.
«Maciel creó este sistema en el que te dejaban encandilado, se apoyaba mucho de tus propios valores e intereses, te convencía de que ese era el camino para poder encontrar la plenitud que buscabas y después nos enseñaba a nosotros cómo hacerlo.
«Partías de la creencia de que Maciel era un santo, que el Papa lo había reconocido como tal. Ahora lo entiendo claramente como un engaño, una manipulación de la conciencia, en ese momento estábamos convencidos de que era la voluntad de Dios», expresó Sada.
En la serie, de cuatro episodios, también se devela la diferencia en trato que el dirigente hacía entre hombres y mujeres, ya que a ellas las veía no como iguales, sino que pensaba cómo utilizarlas.
Investigaciones presentadas en la serie dicen que los Legionarios de Cristo llegaron a tener ingresos anuales por 600 millones de dólares, lo que permitió vínculos con el Vaticano que hicieron intocable a Maciel.
La propia organización reconoció que su fundador violó a 60 niños, pero murió impune.