El director del escuadrón y capitán segundo de infantería, Carlos Roberto Gómez Ruiz, explicó que el Escuadrón Antibombas puede desactivar varios tipos de explosivos. Te decimos con cuáles ha interactuado.
En sus primeros 40 días de operación, el recién instalado Equipo Antibombas de Michoacán desactivó 332 artefactos explosivos, un promedio de ocho al día, principalmente en zonas controladas por el cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
En entrevista, el director del escuadrón y capitán segundo de infantería, Carlos Roberto Gómez Ruiz, detalló el tipo de bombas que se han desactivado.
“Nos estamos enfrentado a diferentes tipos de artefactos explosivos, tanto activados por la víctima, de mando y control, lanzados por dron, tipo granadas, diferentes tipos de artefactos explosivos improvisados”, dijo, en su primera charla con medios desde que se creó el equipo a su cargo, el 29 de diciembre de 2023.
Ese día, el equipo pasó revista como división de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) de Michoacán, y Gómez Ruiz, un experto en artefactos explosivos que formó parte del Grupo de Respuesta a Emergencias de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), asumió como el encargado del escuadrón.
De acuerdo con la información proporcionada, 311 de los explosivos fueron desactivados en el municipio de Zicuirán, en una región bajo control del CJNG en el que a inicios de año se desmanteló el narcotaller de bombas más grande del país.
En Morelia, se detectaron nueves bombas y otras ocho en el municipio de Gabriel Zamora, de las cuales seis estaban en la comunidad de Charapendo y dos Lombardía.
En Zitácuaro se neutralizó una bomba más, al igual que en la localidad de San Simón, en el municipio de Ixtlán. Mientras que en Capire, Múgica, se localizaron dos artefactos.
Proceso para desactivar bombas
Para lograr desactivar los explosivos se realizan procedimientos que pueden durar minutos u horas; momentos en los que se le va la vida al desactivador. Junto a un binomio canino y a un operador de dron y equipo anti dron, su tarea suena sencilla: evitar que el artefacto explote y desarmarlo.
El Equipo Antibombas puede responder desde una amenaza de bomba, una granada de fragmentación arrojada en la calle, agresiones directas, bombas lanzadas desde drones y la instalación de minas terrestres antipersonales.
Una vez que los primeros respondientes establecen un perímetro de seguridad, el trabajo queda en manos del escuadrón.
“Ya ahí realizamos nuestros protocolos de seguridad, hacemos una supervisión vía remota con drones, verificamos con perros que sí sea un explosivo; también con rayos x verificamos cómo se compone el explosivo, y ya una vez que sabemos que sí es un a artefacto explosivo pues elaboramos una estrategia para llevar a cabo una desactivación”, explica Gómez Ruiz.
Muchas veces, ante amenazas con explosivos, se utilizan herramientas disruptoras, la mayoría operadas con agua ya que la velocidad que alcanza permite que la bomba sea desactivada antes de que la energía detone la bomba, que el detonador sea separado del material explosivo con cañones o abrir cajuelas vía remota para verificar si hay una bomba escondida.
“Estas trabajan con agua y con una pequeña cantidad de explosivo que es la que hace las veces de impulsora del agua. El agua, una vez que sale de su contenedor hace un efecto de cuchilla y esta es la que nos hace la desactivación de los artefactos. Y esta es una manera muy segura de hacerlo”, detalló el director del escuadrón antibombas.
Durante su carrera, el capitán ha desactivado 438 artefactos, aunque prevé que esta cifra aumente ya que se han multiplicado los escenarios de peligro y amenazas en los últimos años, con la sofisticación de los dispositivos explosivos improvisados del crimen organizado.