- El festival internacional de arte multimedia se despide el 1 de octubre antes de viajar a Armenia, con entrada gratuita para el público potosino.
La escena cultural potosina se fortalece con la llegada de CYFEST 16, uno de los festivales internacionales de arte multimedia más longevos del mundo. Con el eje temático “Archivo de Sentimientos. Un viaje”, la muestra se presenta en la Galería de Arte Contemporáneo Aether hasta el 1 de octubre de 2025.
La exposición reúne obras que exploran la conexión entre arte, ciencia y tecnología a través de piezas de realidad aumentada, instalaciones sonoras y audiovisuales, además de propuestas que vinculan tradición y vanguardia.
En entrevista para “Ingrata Noticia” Alejandro Padilla, fundador de Aether, destacó que traer a San Luis Potosí un evento de este calibre representa un reconocimiento a la calidad de la galería y coloca a la ciudad en el circuito internacional del arte contemporáneo.
La entrada es gratuita y el montaje cuenta con la participación de ocho artistas internacionales, provenientes de Rusia y Armenia. Esta exposición se trasladó desde Europa a San Luis Potosí y la CDMX, las únicas ciudades de nuestro país que podrán disfrutar de esta experiencia. Estará abierta al público en Aether Galería, que está en Graciano Sánchez 220, Col Lindavista. En ella podrás experimentar la conexión entre el arte y los nuevos dispositivos multimedia, una experiencia única.
CYFEST es uno de los festivales internacionales de arte mediático más longevos del mundo. ¿Qué significa para ustedes traer su 16ª edición a San Luis Potosí y a la Galería Aether?
Como galería es un paso muy importante porque nos coloca en una posición dentro de un circuito alto e internacional, aunque la galería siempre se ha destacado por traer eventos de artistas con trayectoria, en su mayoría internacional.
Este, digamos, es el evento de mayor nivel en cuanto a prestigio, sobre todo porque es un festival que depende de una organización llamada CYLAND. Esta organización, el año pasado, estuvo en la Bienal de Arte de Venecia, después en Armenia, en Miami y ha estado en más de 30 países.
Ha participado con más de 350 artistas. Entonces, el hecho de que hayan venido es muy significativo, porque este trámite tiene más de un año. Yo, hace un año, fui a la Bienal de Venecia a mostrar la galería, entregué documentos y gestioné la posibilidad de que vinieran. Mi socio, que es artista, estuvo trabajando durante un año en ello. Finalmente, yo lo concreté allá y después vinieron en septiembre del año pasado; entonces decidieron que sí, que la galería daba el ancho, que el espacio cumplía como galería de arte contemporáneo con propuestas de vanguardia, tanto en dimensiones como en calidad de exposiciones pasadas. Eso representa un reconocimiento, aunque no sea explícito.
El hecho de que una exhibición de este calibre llegue a San Luis Potosí y a la Galería Aether habla de que la galería tiene calidad, capacidad de realizar exhibiciones y de proporcionar las herramientas necesarias para presentaciones de primer nivel.
La verdad es que es un gusto que hayan dicho que sí y que la exhibición haya sido un éxito. La inauguración salió muy bien, el montaje tomó más de una semana. Fueron ocho artistas rusos que viajaron miles de kilómetros, trajeron piezas ya prefabricadas y, con una logística importante, logramos colocarnos en otra categoría.
Ellos hacen un catálogo todos los años y el simple hecho de aparecer en un catálogo de este tipo de festivales ya es bastante significativo.
El eje de este año es “Archivo de Sentimientos. Un viaje”. ¿Cómo se traduce este concepto en las obras que veremos y qué reflexión buscan provocar en el público?
La aportación es el vínculo que establecen estos artistas, que forman parte de una organización bastante grande y sólida. Ellos no solo desarrollan el festival, sino que también realizan programas, charlas, workshops y talleres.
Tienen el Art Media Lab, que es un taller de producción de tecnología y arte. Allí fabrican la mayoría de sus piezas y mantienen colaboraciones con instituciones académicas en Bruselas y con el MIT en Massachusetts. Es una organización sin fines de lucro, bastante fuerte y con gran alcance.
Todo esto hace que el conocimiento y la tecnología —científicos, programadores— se vinculen con los artistas, y ese intercambio resulta muy enriquecedor. Lo interesante es cómo la tecnología puede crear un vínculo a través del arte.
Las piezas incluyen realidad aumentada, propuestas que conectan lo tradicional con la vanguardia mediante tecnología, además de intervenciones sonoras y audiovisuales. Es un organismo con 16 años de experiencia, de carácter nómada: en todas sus exhibiciones alrededor del mundo participan artistas rusos o armenios, pues de ahí surge la organización. Su propuesta es muy interesante porque combina su experiencia en tecnología con la fabricación de piezas de arte.
Creo que lo más importante es que la tecnología no se presenta como algo frío, como normalmente se piensa, sino que logra conectar de manera emocional con el espectador, igual que lo haría una escultura, una pintura o una canción. Por eso incluso la recomiendo para público infantil y juvenil, porque es algo muy bonito.
Las intervenciones lidian justamente con esta dualidad y logran lo que prometen: piezas tecnológicas que realmente te tocan emocionalmente, porque son trabajos muy bien hechos. Estos artistas se han presentado en recintos internacionales; son profesionales, no es un hobby.
Hay, por ejemplo, una pieza conectada a través de internet con sistemas meteorológicos de San Petersburgo, Bruselas y China. En la galería se colocaron siete máquinas que se mueven en función del viento en siete países en conflicto. Es impresionante, porque el viento normalmente no se ve, pero aquí puedes observar cómo esas máquinas giran en la dirección del viento real en distintos lugares, a veces coincidiendo y a veces no.
Ese tipo de obras generan un impacto emocional muy fuerte. Creo que eso es lo más valioso de esta exhibición.
CYFEST se presenta como un festival nómada que conecta a artistas, curadores, ingenieros y pensadores de todo el mundo. ¿Cómo se articula esta red internacional y qué aporta a los creadores locales y regionales?
Mucha de esta tecnología trabaja en un sistema global. Tú ves piezas que, por su complejidad, en su mayoría son elaboradas fuera de aquí. De hecho, el montaje duró más de una semana. Entonces, el vínculo no está tanto en lo local, sino en emociones y sentimientos que son universales.
Creo que el tema con este festival de arte y tecnología es que el arte funciona como un sistema global, la tecnología también, y los sentimientos son los que logran unir todas estas conexiones. ¿Cómo se puede vincular con el arte local? Eso va a depender mucho del espectador, como en toda exhibición, porque no tiene la intención explícita de decir “esto es México”.
Sí hay piezas que dialogan con lo local. Por ejemplo, unos tapetes que no son de piso, sino más bien telares muy bonitos. Son ocho piezas elaboradas digitalmente y tejidas por un robot. Cada tapete tiene un código que se puede leer con el celular, y entonces la obra se convierte en una pieza de realidad aumentada. Ahí se genera un diálogo entre tradición y vanguardia a través de la tecnología, y lo que aparece en esa ventana son videos sorprendentes.
Creo que va por ahí, más allá del folclor o de lo regional; se trata de un planteamiento más bien conceptual.
Desde su perspectiva, ¿cómo pueden estos proyectos —que combinan arte, ciencia y tecnología— contribuir a transformar la forma en que percibimos la memoria, la identidad y nuestra relación con el entorno contemporáneo?
Bueno, creo que todo viene ligado de la misma mano. La aportación principal es darnos cuenta de que la tecnología no es un sistema frío o ajeno, sino que estas piezas de arte logran vincular la emoción con la tecnología. Ese es, creo, el mayor aporte de este discurso.
Llevándolo a un terreno local, es una exhibición que no es fácil de comercializar. Son piezas complicadas de vender, a pesar de que una galería funciona como un sistema de venta, porque su labor es precisamente la comercialización del arte. Sin embargo, en Aether la postura va más allá de lo comercial.
Tenemos exhibiciones con un enfoque de museografía, más que de venta. En este caso, lo que se busca es la difusión del conocimiento. Las piezas no tienen precio y la entrada es gratuita, así que el público realmente lo que hace es aprender y tratar de conectar con algo que en apariencia podría parecer complicado. Esa es la aportación: acercar al espectador a la tecnología desde otra perspectiva, a través del arte.
Además, es importante destacar que CYFEST es un organismo sin fines de lucro. Claro, si alguien quisiera comprar alguna pieza probablemente podría hacerlo, pero esa no es la intención. No se trata de ir a ver un cuadro con un precio específico, sino de acceder a experiencias y a máquinas que resultan fáciles de conectar con el público gracias a la manera en que está planteado su discurso.
En ese sentido, la galería funciona como un pequeño museo. A pesar de ser un espacio de arte contemporáneo, la propuesta aquí es más bien educativa y de sensibilización. Imagina lo que implica: viajar con ocho artistas, dos managers, piezas, aviones, logística, programación… es un gran trabajo de organización.
La aportación viene precisamente de ahí: mostrar lo que hacemos, sin cobrar, con el deseo de que la gente pueda entender la tecnología desde otra mirada, la del arte. En resumen, diría que ese es el mayor valor de esta exhibición.
¿Hasta cuándo va a estar y qué invitación le harías a la gente para que acuda?
Se desmonta el 2 de octubre para trasladarse a Ereván, Armenia.
Entonces, queda poco tiempo: prácticamente este fin de semana, la semana y el siguiente fin de semana. La invitación es a que lo aprovechen, porque es un evento gratuito y una exhibición de nivel internacional. Para ir a la Bienal de Venecia sería mucho más complicado, y aquí basta con caminar unas cuadras y entrar sin costo. Creo que es una gran oportunidad.