La candidata presidencial mexicana, favorita en las encuestas en la recta final de la campaña, desgrana en una entrevista su relación con el presidente López Obrador, sus expectativas de victoria y sus proyectos económicos y sociales
Es martes por la noche en Guadalajara. Claudia Sheinbaum, de 61 años, acaba de terminar su penúltimo mitin de la campaña presidencial mexicana y tras abrazarse a un mar de seguidores se ha subido al coche entre cánticos de “presidenta, presidenta”. Tiene el aliento entrecortado y en su frente se advierte una leve pátina de sudor, pero en contra de lo que cabría esperar tras un año en liza, desborda vitalidad. Desde el asiento de atrás del Volkswagen Tiguan, la candidata progresista comenta animadamente su discurso y pide (aunque sería más preciso decir que ordena educadamente) que no se suban las ventanillas ni siquiera cuando el vehículo se pone en marcha rumbo al aeropuerto. Quiere seguir tocando a sus votantes, fotografiarse con ellos, contagiarse de su euforia. Quien la ha entrevistado en otras ocasiones advierte en ella un cambio. A la Sheinbaum de siempre, intelectual, precisa y un punto distante que gobernó la Ciudad de México, se ha sumado una Sheinbaum apasionada, que goza abrazando al México profundo.
—¿Y no está cansada?
—No, no. Estoy muy, muy motivada. ¡Imagínate este evento! Tan bonito…
Es evidente que Sheinbaum vive un momento dulce. A cinco días de las elecciones, las encuestas le dan más de 20 puntos sobre su rival más cercana, Xóchitl Gálvez. Tal es la diferencia, que pocos analistas dudan ya de que esta científica que siempre militó en las filas de la izquierda será la primera mujer en presidir México. Ella misma lo desgrana en una entrevista con EL PAÍS que se desarrolla en el coche de campaña que la lleva al aeropuerto. Allí, a las 21.30 tomará el vuelo (clase turista) a Ciudad de México, donde dará este miércoles su último mitin en el Zócalo.
P. ¿Se siente ya ganadora?
R. ¿Ganadora? Bueno, hay que esperar al domingo, pero la verdad es que ha sido una campaña extraordinaria. El vuelco de la gente ha resultado hermosísimo. No son solo las encuestas, es la vibra que se percibe por todo México… vamos a ganar el 2 de junio.
P. ¿Ha cambiado usted durante la campaña o es la misma de antes?
R. El contacto con la gente te cambia para bien. Conoces más, escuchas más, aprendes más. Te hace mejor persona.
P. También ha sido una campaña muy larga. ¿Alguna autocrítica? ¿Algo que cambiaría?
R. Ahora que todo terminó es muy fácil eso de decir que podríamos haber cambiado esto o aquello, pero realmente yo me siento muy satisfecha y agradecida con la oportunidad que me ha dado la gente, con su confianza. Me siento impulsada a entregar mi vida al pueblo de México.
P. Las encuestas la dan por ganadora. Pero en caso de perder, ¿ha pensado que haría o ni siquiera lo ha pensado?
R. Pues no, no lo he pensado. Habrá que ver cómo se desenvuelven las votaciones el día de la elección. Yo confío en el pueblo de México.
P. Durante los últimos seis años, México ha vivido bajo el hiperliderazgo de Andrés Manuel López Obrador. ¿Cómo será su liderazgo si gana?
R. Será distinto. López Obrador es insustituible. A mí me va a tocar ser presidenta en un periodo diferente. Mi liderazgo dependerá de mi personalidad y será como el que ejercía en el gobierno de la Ciudad de México, basado en los resultados, la entrega y la honestidad.
P. Sus enemigos, y algunos que no son tan enemigos, siempre la sitúan a la sombra de un hombre; de su primer marido, de López Obrador… ¿Eso no le molesta?
R. Me molestaría si yo no estuviera segura de mí misma. Eso que dice responde en parte a una cultura machista y, por otro lado, es la crítica habitual de la oposición. Como no tienen nada contra mí, absolutamente nada, entonces inventan cosas como que voy a cerrar iglesias o acabar con la propiedad privada o que voy a estar a la sombra de López Obrador. Algo que no es cierto, porque, entre otras cosas, quien va a gobernar soy yo.
P. ¿Y cuál sería su primera medida como presidenta?
R. Enviar una iniciativa para modificar la Constitución para que se reconozca la igualdad sustantiva de las mujeres y la no violencia.
P. ¿De dónde le nace la ambición de ser presidenta?
R. De niña pensé que iba a ser académica investigadora, como de hecho fui durante muchísimos años. Pero siempre me acompañó la convicción de transformar México en un país más justo y solidario, con libertad y democracia.
P. ¿Y cómo se define usted ideológicamente?
R. Humanista.
P. ¿Y eso qué significa para usted?
R. Es un pensamiento asociado a la transformación de México. Tiene que ver con la honestidad, con la austeridad republicana, con nuestra historia, con los derechos del pueblo… Y también con el impulso a la inversión privada y pública, pero siempre dirigido al bienestar del pueblo.
P. ¿Cómo diría que ha sido su relación con López Obrador?
R. Es un gran dirigente. Y ha sido un gran presidente. Nuestra relación ha sido de respeto mutuo y de entendimiento en muchas cosas, aunque también tendremos nuestras diferencias. Nunca se puede estar 100% de acuerdo en todo.
P. Y si usted resulta elegida presidenta, ¿cuál sería el papel de López Obrador?
P. Él ya dijo que se va a retirar de la política, y lo va a hacer. Pero su presencia siempre va a quedar en el corazón del pueblo de México. Eso es inevitable. Y es bueno que así sea.
P. En esta campaña se han visto acusaciones muy duras. Una fue cuando en un debate la llamaron narco-candidata. ¿Qué pensó?
R. Es tan ridículo que hasta podría dar risa. Mi vida es transparente. Y además el sustento de esa acusación es el capítulo de un libro que es una ficción. Si fuera cierto, la gente no estaría con Morena, la gente sabe que somos honestos.
P. Llama la atención que en México haya grandes y sanguinarios narcotraficantes a los que durante décadas nadie haya detenido. ¿Cómo es posible esa impunidad? ¿Qué medidas de fuerza tomará contra el narcotráfico en caso de ganar las elecciones?
R. No son medidas de fuerza, son de justicia. Frente a la inseguridad hay que actuar en dos vías. Por un lado, atendiendo a las causas, de forma que ningún joven tenga que acercarse a un grupo delictivo. Y por el otro lado, cero impunidad. ¿Y cómo lo hacemos? Nuestro sistema penal acusatorio basa prácticamente todo en las fiscalías, y las fiscalías no están preparadas para ello. Frente a ello hay que poner en marcha un Sistema Nacional de Inteligencia e Investigación que permita la coordinación fiscal efectiva. El problema es que el Poder Judicial se lava las manos. Da amparos a todo tipo de delincuentes y nadie los llama rendir cuentas porque no se puede; son juez y parte.
P. Pero en México parece que hay una incapacidad política de todos los actores para llegar a un pacto de Estado que haga frente a la inseguridad.
R. Porque responden a intereses distintos. México vivió 36 años de neoliberalismo. Durante ese tiempo, los poderes estuvieron al servicio de una minoría. Y de la corrupción. En el Poder Judicial todavía una parte del poder económico toma decisiones. Por eso la Corte se ha politizado.
P. Un actor importante en la política antidroga es Estados Unidos. ¿Confía en la DEA [Agencia Antidroga de EE UU]?
R. Lo mejor es tener una muy buena relación con el Gobierno de Estados Unidos sea presidente Trump o Biden. Pero una cosa es colaborar, que es lo que hay ahora, y otra es subordinarse, que es lo que ocurría antes, cuando ellos decidían en México.
P. En Estados Unidos, el candidato republicano, Donald Trump, está haciendo una campaña xenófoba, ataca a los migrantes, muchos de ellos mexicanos. ¿Eso no le genera rechazo?
R. Hay que ser muy responsables y esperar a que pase la campaña para poder sentarse a trabajar. México tiene más de 3.000 kilómetros de frontera con Estados Unidos, somos sus principales socios comerciales, hay un tratado… Y esa integración económica real nos hace ser responsables. Dicho lo cual, siempre vamos a defender a los mexicanos y mexicanas, a nuestros paisanos. Siempre.
P. ¿Pero no debería México influir en las elecciones estadounidenses y pedir a sus migrantes nacionalizados que solo voten en favor de aquellos que defiendan la integración?
R. Así como pedimos que ellos sean respetuosos con México, nosotros también debemos ser respetuosos con lo que el pueblo de Estados Unidos decida.
P. ¿Y entre Trump y Biden a quién elige?
R. Lo que el pueblo de Estados Unidos decida.
P. El presidente chileno, Gabriel Boric, ha criticado a una cierta izquierda latinoamericana a la que le cuesta denunciar los abusos contra los derechos humanos en Cuba, Nicaragua y en Venezuela. ¿Coincide?
R. Nuestra Constitución establece muy claramente la soberanía de los gobiernos. Pero evidentemente cuando hay golpes de Estado nos expresamos, pero nosotros respetamos a los pueblos y sus decisiones.
P. Y mantendría usted la actual postura oficial de que el Gobierno de España, para normalizar relaciones, debe pedir oficialmente perdón por lo ocurrido durante la dominación española.
R. A ver, la relación con España es buena. Nos unen muchísimas cosas, pero me parece que sería un gesto del Gobierno español. Si ya lo hizo el Papa, por qué no lo hace el Gobierno español. El perdón engrandece. Durante años se dijo que la Conquista había sido el encuentro de dos mundos, pero en realidad estuvo lleno de masacres.
P. ¿Pero estaría dispuesta a recibir al Rey de España sin ese perdón previo?
R. Habrá una buena relación. Vamos a decir hasta ahí.
P. Ha criticado mucho el neoliberalismo. ¿No teme alejar con ello la inversión extranjera?
R. México ha demostrado con creces ser un buen sitio para la inversión extranjera. Bajo mi mandato, la Ciudad de México fue la mayor receptora de inversión extranjera directa del país. Nosotros defendemos el Estado del bienestar y también la inversión; de lo que estamos en contra es de un modelo que se impuso y para el que todo pertenecía al mercado y que además estuvo asociado a una profunda corrupción.
P. El déficit ha crecido este año. ¿Piensa mantenerlo tan alto?
R. Es un déficit muy vinculado a este año, porque una parte se debe a los gastos de reconstrucción de Acapulco y otra al cierre de las obras estratégicas del presidente, dos factores que no estarán presentes el año próximo.
P. Hay quien defiende que en México hay capacidad para aumentar la deuda pública. ¿Estaría dispuesta a apretar ese botón para elevar el gasto social?
R. No, hay que mantener una relación razonable entre el PBI y la deuda. Más bien creo que todavía hay una oportunidad importante de lograr una mayor recaudación sin necesidad de grandes reformas fiscales.
P. La petrolera estatal Pemex tiene una deuda enorme. ¿Qué planes tiene para reducirla?
R. Tiene que haber una primera renegociación de la deuda. Y Pemex, aparte de los hidrocarburos, debe dedicarse a otras fuentes, por ejemplo, la explotación de litio.
P. Y con las renovables, ¿cómo piensa apoyarlas?
R. Con la propia inversión del Estado mexicano y también la privada. Por otro lado, está lo que llamamos la generación distribuida, que la gente pueda tener paneles solares en sus casas, en los comercios… las altas temperaturas van a continuar y necesitamos quitarle presión al sistema eléctrico nacional.
P. Si gana, ¿piensa vivir en el Palacio Nacional como López Obrador?
R. Tengo que decidirlo. Si pudiera, me encantaría quedarme a vivir en mi departamento, pero, la verdad, no sé si eso es posible. Y me imagino que la siguiente pregunta es si voy a mantener Las Mañaneras. Mire, tiene que haber un mecanismo de comunicación permanente también con la gente. No sé si será exactamente La Mañanera, pero vamos a mantener un espacio.
P. Se la ve muy optimista en general.
R. Sí, estoy muy contenta, muy entusiasmada. México está viviendo un momento único en su historia. Y vienen tiempos buenos económicamente para México. Y al mismo tiempo me apasiona el servicio público, poner escuelas, hospitales… y generar una vida digna al pueblo de México.
P. ¿Cómo se describiría a sí misma?
R. Mujer, abuela, madre, científica. Amo a mi país y su transformación.