Una realidad alejada de las canchas de fútbol impactó a los aficionados y turistas que visitaban Frankfurt, en Alemania, durante la Eurocopa 2024: en las calles aledañas a la principal estación de trenes se congregaban consumidores de crack.
Cerca de Bahnhofsviertel, la principal estación de tren del centro financiero alemán que atrae cada día a más de 500.000 viajeros, turistas y banqueros trajeados se mezclan con gente encendiendo pipas en las puertas de los establecimientos, burdeles y la basura de las calles.
Apodada por la prensa local como «zombieland», es actualmente uno de los mayores retos de las autoridades.
Según datos de la propia administración local, por la zona se desplazan cada día alrededor de 350 usuarios de la droga.
El flujo varía mucho. Mientras que algunos días sólo unas pocas personas se reúnen frente a los refugios y centros de acogida del ayuntamiento, otras veces es posible encontrar grupos de hasta 50 personas.
Las autoridades alemanas están luchando por encontrar salidas a un problema que parece no tener solución.
Pese a ello, los responsables de la estrategia creen que el modelo implementado en Frankfurt puede servir de inspiración para otras ciudades del mundo con crisis similares.
De la heroína al crack
La historia de Frankfurt con el consumo abierto de drogas no es nueva.
Durante la segunda mitad de la década de 1980, se desarrolló una escena amplia y compleja en torno a la estación de tren Taunusanlage, situada a unos 500 metros de Bahnhofsviertel, donde hoy se encuentra el foco del problema.
En aquella época, la droga más popular era la heroína. En plena crisis, más de mil usuarios se reunieron en la región para inyectarse, mientras las ventas se realizaban casi libremente.
Además de ser un problema social, el Taunusanlage era una cuestión de salud pública. Alrededor de 150 adictos morían cada año por sobredosis.
Las primeras estrategias implementadas por la administración local para solucionar el problema resultaron insuficientes. No fue hasta la década de 1990 que las cosas empezaron a mejorar.
Pero la situación nunca desapareció por completo. Y, más recientemente, la droga más consumida es el crack.
Los controles realizados periódicamente por el Centro de Investigación sobre Drogas (CDR) de la Universidad de Frankfurt muestran que hasta 1995 la cocaína en polvo era la más consumida en la ciudad. Hoy en día, el crack representa alrededor del 90% de todas las sustancias ilícitas que se consumen diariamente en Bahnhofsviertel.
Esta transición se produjo no sólo en Frankfurt, sino en todo el país. Según el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT), mientras en 2015 el 1,2% de la población de entre 15 y 64 años había consumido crack en el último año, en 2021 este total ascendió al 3,1%.
Y aunque no hay datos recientes publicados por el OEDT, la noción general es que el consumo no ha hecho más que crecer desde entonces.
Una encuesta encargada por el Parlamento alemán y realizada por la institución sin fines de lucro IFT (Institut für Therapieforschung) en febrero de este año entrevistó a empleados de centros de acogida y a aquellos que trabajan para ayudar a los consumidores de drogas en todo el país.
Entre los expertos entrevistados, casi el 30% afirmó haber notado un ligero aumento en el consumo de crack y más del 32% mencionó un fuerte aumento.
Además de Frankfurt, ciudades como Berlín, Hamburgo y Hannover también albergan escenarios de consumo de crack (y otras drogas) al aire libre.
Aunque la cocaína sigue siendo más popular entre los consumidores ocasionales y recreativos, los expertos dicen que el crack domina entre los consumidores crónicos, especialmente en las catalogadas «tierras zombies».
Bernd Werse, director del CDR, afirma que la práctica de fabricar crack a partir de cocaína fue introducida en Alemania principalmente por los soldados estadounidenses que ocuparon algunas ciudades durante y después de la Segunda Guerra Mundial.
«A finales de los años 90 todavía había dos escenarios de drogas en Frankfurt: uno más grande, con heroína y otras drogas inyectables, y otro más pequeño, con crack», explica.
«Pero en unos dos años los dos grupos se unieron y poco después el crack se hizo frecuente».
Según Artur Schroers, jefe del Departamento de Drogas de Frankfurt, en los últimos años el mercado de drogas en dicha ciudad y en todo el país se ha visto inundado por la oferta de cocaína.
«Nunca antes se había producido tanta cocaína en el mundo como hoy, nunca antes se había lanzado tanta cocaína al mercado, a precios comparativamente bajos y con una calidad casi pura», dijo a BBC News Brasil.
En junio de este año, las autoridades alemanas anunciaron la mayor incautación de cocaína en la historia del país.
Según la Oficina de Investigación Criminal del Estado de Baden-Württemberg, en 2023 se confiscaron en el puerto de Hamburgo decenas de toneladas procedentes de América del Sur por un valor de varios miles de millones de euros.
Al aumento del consumo de crack en Frankfurt también puede haber contribuido un proceso de transformación urbana en los alrededores de Bahnhofsviertel y, más recientemente, la pandemia de Covid-19, afirma Bernd Werse.
Poco antes de la crisis sanitaria, los propietarios de la región comenzaron a tener esperanzas de que el barrio finalmente pudiera liberarse de su pasado después de que los bares y restaurantes de moda abrieran sus puertas y comenzaran a atraer nuevos clientes.
Pero con la pandemia y el aislamiento obligatorio, los establecimientos cerraron, las calles quedaron abandonadas y la criminalidad creció (Frankfurt ostenta el título de ciudad más peligrosa de Alemania).
Y los constantes operativos policiales contra los narcotraficantes de la región no han sido suficientes para acabar con el consumo en los alrededores de la comisaría.
«La gente ha empezado a quejarse más del consumo de drogas en la región en los últimos años, lo que ha provocado una reducción de la zona donde se concentran los consumidores», afirma.
«Con menos espacio, el nivel de agresión entre ellos ha aumentado, lo que hace que la región sea más aterradora para muchos residentes y usuarios de la estación».
Y mientras que el perfil típico de un consumidor de heroína en Frankfurt hasta finales de los años 90 era más joven, en torno a los 30 años, actualmente la edad media de quienes consumen crack en las calles del centro de la ciudad es de 42 años, según el CDR.
«Esto significa que muchos de los usuarios llevan allí muchos años, probablemente desde los años 80 y 90», afirma Bernd Werse.
«Pero también significa que estos usuarios viven más tiempo gracias a las medidas de reducción de daños implementadas por las autoridades».