Este martes 13 de mayo se confirmó el fallecimiento de José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay entre 2010 y 2015, a los 89 años de edad, luego de una lucha contra un cáncer de esófago que se había extendido al hígado.
La noticia conmueve a América Latina y al mundo, no solo por el legado político del exmandatario, sino por el profundo respeto que despertaba su figura, marcada por la austeridad, la coherencia ideológica y una vida dedicada a las causas sociales.
En abril de 2024, Mujica había revelado públicamente que le había sido detectado un tumor maligno en el esófago, el cual requeriría tratamiento con radioterapia. Sin embargo, en enero de este año, reconoció con serenidad que la enfermedad se había agravado:
“El cáncer en el esófago me está colonizando el hígado. Sinceramente, me estoy muriendo y el guerrero tiene derecho a su descanso”.
En los últimos días, el actual presidente de Uruguay, Yamandú Orsi, había declarado que Mujica se encontraba “delicado de salud y sin poder moverse”, destacando que se estaban tomando medidas para cuidarlo y evitar cualquier esfuerzo que pudiera perjudicarlo.
Con su partida, se cierra el ciclo de una de las figuras más emblemáticas de la izquierda latinoamericana, conocido tanto por su paso por la presidencia como por su estilo de vida humilde, su pasado como guerrillero tupamaro y su incansable defensa de la dignidad humana.
«Pepe» Mujica deja un legado que trasciende las fronteras de Uruguay, y su memoria perdurará como símbolo de coherencia, honestidad y compromiso con los más desfavorecidos.