Los cardenales han celebrado ya doce congregaciones generales sin que emerjan candidatos con ventaja clara: hasta ahora se barajan más de treinta nombres, y el tablero de favoritos permanece difuso.
El próximo pontífice debe reunir dos perfiles complementarios: pastor cercano y gestor eficaz. Tras los doce años de Francisco, existe el temor de que la elección de un líder desprovisto de carisma y empatía suponga un retroceso, pero al mismo tiempo se exige a quien llegue al solio papal capacidad de gobierno, orden y talento para el consenso, así como solvencia doctrinal. La mayoría del cónclave se inclina por mantener la línea de Bergoglio, aunque introduciendo matices: ser afable y popular ya no basta.
“Muchos no se lanzarán a la piscina sin saber si hay agua: sienten que Bergoglio no fue lo que les prometieron”, confía un prelado, aludiendo al sorpresa que supuso el entonces conservador arzobispo de Buenos Aires. Los principales “papables” proceden de Europa y Norteamérica, pero se sigue a la caza de sorpresas entre los cardenales africanos y asiáticos. El tiempo apremia: el cónclave arranca este miércoles a las 16:30, y de puertas afuera solo reina el desconcierto.
Las críticas se han centrado en la forma de las congregaciones: discursos sucesivos de veinte o treinta purpurados, con apenas cinco o diez minutos para perfilar cómo piensan y actúan. “No es mucho tiempo para comprender quién es esa persona”, admite el cardenal de Tokio, Tarcisius Isao Kikuchi. “La mayoría de nosotros no nos conocíamos; es la primera vez que estamos juntos”. Incluso se murmura que esta rigidez beneficia al secretario de Estado, Pietro Parolin, el gran favorito.
Jean-Paul Vesco, cardenal de Argel, denuncia que las asambleas recuerdan a “los viejos sínodos” y echa de menos mesas de debate. Su impresión: “No hemos hablado entre nosotros durante las reuniones”, algo que contrasta con el estilo de Francisco, quien ha elegido obispos sencillos y cercanos al pueblo.
Apenas llegado a Roma, el cardenal de Yakarta, Ignatius Suharyo Hardjoatmodjo, asistió el lunes a su primera asamblea —la décima— y escuchó más de cincuenta intervenciones. “Qué gran confusión”, comentó al salir, reflejando la sensación de incertidumbre que pesa sobre el cónclave.
En medio de este ambiente, ha estallado un pequeño escándalo: el keniano John Njue alegó motivos de salud para no viajar, y afirmó no haber recibido invitación oficial. La nunciatura de Kenia lo desmintió, atribuyendo la ausencia a su delicado estado físico. El episodio podría tener consecuencias si alguien intentara impugnar la elección futura.
Según fuentes vaticanas y la prensa italiana, Parolin capta alrededor de cuarenta votos, aunque podría topar con ese “techo”. Si no fructifican sus apoyos, los sufragios podrían dirigirse a alternativas como Jean-Marc Aveline (Marsella), Mario Grech (Malta) o Robert Francis Prevost (Estados Unidos). Entre las revelaciones de las últimas horas destaca el filipino Pablo Virgilio David, de 66 años, a quien muchos no conocen en la Curia pero valoran su intervención y conocen su perfil conciliador.
Italia mantiene dos nombres en reserva: Matteo Zuppi y Pierbattista Pizzaballa, mientras que las posibilidades del filipino Luis Antonio Tagle parecen desvanecerse. Hoy, miércoles por la mañana, los cardenales presenciaron la destrucción del Anillo del Pescador de Francisco y la presentación del nuevo anillo, ready para el papa número 267 de la Iglesia católica. Con la fumata inicial a la vista, el misterio está a punto de disiparse.